Antes de la llegada del calor que no da tregua podemos acondicionar nuestra vivienda de tal forma que esto no sea un problema importante. Existen numerosos consejos que van desde pequeñas inversiones en pinturas y revoques especiales hasta intervenciones arquitectónicas de mayor porte. Por Lic. Eduardo Sosa. Consultor en Eco-eficiencia para Revista ClubHouse.

LAS CLAVES PARA LUCHAR CONTRA EL CALOR

Una de las estrategias más importantes para impedir que nuestra casa se caliente, es evitar que el calor externo penetre por las paredes, el techo, las puertas y los ventanales. Nuestra meta será retrasar ese calentamiento tanto como podamos, lo que en la jerga se llama “mejorar la inercia térmica”. No será lo mismo si nuestra casa se calienta en el mes de noviembre o diciembre que si lo hace en febrero o marzo. En el primer caso tendremos un verano agobiante porque la vivienda despedirá ese calor acumulado día y noche, mientras que en el segundo caso la vivienda despedirá ese mismo calor cuando las temperaturas están bajando, lo que enfriará la vivienda más rápidamente y nos permitirá disfrutar de temperaturas interiores más agradables. Entender esta inercia o resistencia de una vivienda a acumular calor y luego a liberarlo es clave para lograr ahorros energéticos y confort ambiental.

Si queremos dominar la inercia térmica de nuestra vivienda, debemos pensar básicamente en los materiales en que está construida. Paredes, pisos, ventanas y techos permiten el ingreso y la salida del calor, pero según el tipo de materiales utilizados será la rapidez con que lo haga. Una vivienda tradicional con mampostería de ladrillo hueco o ladrillo cocido, techo de losa con membrana asfáltica y cielorraso de yeso será mucho más “permeable” al calor que otra construida con paneles con aislante incorporado, revoques termoaislantes y techos con aislación de poliuretano, lana de vidrio u otro aislante. No quiere decir esto que el calor no terminará ingresando a la vivienda construida con paneles, sino que dependiendo del tipo de materiales que encuentre a su paso, el calor tardará más tiempo en llegar al interior de la vivienda.

UN EJEMPLO DE ANTAÑO: LA CASA CHORIZO

Los que vivieron alguna vez en una de estas típicas viviendas tienen recuerdos frescos relacionados al confort climático. La idea de pasar los veranos sin aire acondicionado que hoy resulta casi imposible de imaginar, era una realidad dentro de estas viviendas. ¿Cuáles eran las claves? Tenían una alta inercia térmica, otorgada por paredes anchas de adobe y techos altos cubiertos por varias capas de ruberoid, pintados a la cal para reflejar la radiación solar; puertas con “banderolas” o ventanas superiores por donde circulaba el aire caliente que subía y se escapaba de la vivienda, patios internos con grandes parrales donde el riego sobre el suelo y las plantas refrescaba el aire que ingresaba a la casa, y otros ingeniosos métodos para deshacerse del calor, como la colocación de plantas en el interior y la construcción de ventanas pequeñas para reducir el ingreso de radiación solar directa. Sin saberlo, los constructores de casas de aquellos tiempos conocían las bases de la arquitectura bioclimática, y crearon casas maravillosas desde el punto de vista del confort climático.

Debido al cambio de los códigos de edificación, los sismos de carácter destructivo y otras razones, las viviendas adoptaron el ladrillo y el cemento, dos materiales de baja inercia térmica que, si bien mejoraron el desempeño estructural ante los sismos, en la práctica también provocaron el incremento del consumo de energía para lograr la climatización deseada, tanto en verano como en invierno.

Como sea, estamos en un momento oportuno para iniciar una serie de mejoras para que este próximo verano logremos ese esperado confort disminuyendo el consumo energético.

¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?

Si bien un profesional luego del análisis de la vivienda podrá recomendar las medidas más adecuadas, en términos generales podemos ejecutar las siguientes acciones:

• Evitar que la radiación solar ingrese a nuestra vivienda, mediante la colocación de cortinas externas (las cortinas internas si bien atajan la luz no lo hacen con el calor, el cual ingresa a la vivienda y provoca el famoso “efecto invernadero”), películas de control solar (que además de proteger tapizados, cortinas y alfombras de la radiación ultravioleta rechazarán buena parte del calor provocado por la radiación solar), o simplemente colocar aleros de madera u otro material adosado a las paredes y por encima de las ventanas, que si bien no impedirán que el sol ingrese a ciertas horas del día, al menos lo hará en aquellas horas en donde está más alto que coincidentemente será el momento más caluroso del día.

• Proteger el techo con pintura termoaislante que formará una pequeña película que además de proteger la vivienda del calor, impermeabilizará el techo y nos evitará el problema de las goteras. También vienen pinturas para aplicar sobre tejas y otros materiales con una buena cartilla de colores.

• Proteger las paredes externas con el agregado de diversos materiales entre los que se cuentan los revoques y pinturas termoaislantes, sistemas como el EIFS (en inglés, sistema de aislación exterior y terminación, que consta de varias capas de aislante, mallas y ligantes aplicadas sobre la mampostería original), revoques con vermiculita y otras opciones similares. Para el caso de un presupuesto reducido, dos buenas maneras de disminuir la radiación solar sobre las paredes son: colocar pintura blanca o colocar plantas como enredaderas o árboles que hagan sombra sobre la misma, cuidando que la pared no se humedezca excesivamente o que las raíces de los árboles afecten su estructura.

• Ventilar la vivienda en la mañana para que el intercambio de aire sea en el momento en que la temperatura exterior es más agradable.

• Expulsar el aire caliente mediante la colocación de extractores o tubos de escape ubicados en las partes más altas de la vivienda.

• Colocar un tubo canadiense, también llamado provenzal. Este dispositivo consiste en un tubo que se entierra a una profundidad cercana al 1,5 o 2 metros, que incorpora aire del exterior que previamente ha pasado por el tubo enterrado en donde la temperatura es menor. El resultado es que el aire ingresa a la vivienda a temperaturas que están en el rango de los 17°C – 24°C dependiendo de la longitud del tubo, la temperatura del aire en el exterior, etc.

Todas estas maneras de retardar el calentamiento de la vivienda llevan a ahorros considerables al utilizar menos tiempo el aire acondicionado, que es el aparato que más consume electricidad en el verano por cada hora de funcionamiento. Una vivienda promedio utiliza unas 5 horas de aire acondicionado por día, si se logra solo un 20% de ahorro, eso representa en un bimestre un total de 78 kWh menos de consumo únicamente por la menor utilización de este aparato. Con la aplicación de las medidas recomendadas en su conjunto, en algunos casos se podría prescindir del uso del aire acondicionado, y en otros llevarlo a un consumo diario mínimo, y sin perder el confort climático que es necesario para descansar y realizar las tareas cotidianas del hogar.

TODAS ESTAS MANERAS DE RETARDAR EL CALENTAMIENTO DE LA VIVIENDA LLEVAN A AHORROS CONSIDERABLES AL UTILIZAR MENOS TIEMPO EL AIRE ACONDICIONADO, QUE ES EL APARATO QUE MÁS CONSUME ELECTRICIDAD EN EL VERANO POR CADA HORA DE FUNCIONAMIENTO.

En síntesis, podemos armonizar el bienestar dentro de la vivienda y el ahorro energético si nos tomamos en serio la idea de aislar nuestra vivienda para minimizar el impacto de los rayos solares. En el mercado existen muchas alternativas en materiales de aislación contenidos en revoques, pinturas, paneles y otras opciones, con variedad de precios y calidades. Y si el presupuesto no permite acceder a estas alternativas, existen otras de bajo costo que también pueden redundar en importantes ahorros.

De todas maneras, el principal aliado para alcanzar el mejor desempeño energético de la vivienda siempre irá de la mano del comportamiento familiar antes que de la adquisición de equipamiento o de la remodelación de la misma.

 

Por Lic. Eduardo Sosa. Consultor en Eco-eficiencia para Revista ClubHouse.

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Sobre el Autor
Claudio Aveiro
Diseño Gráfico | Desarrollo Web | Marketing Digital en http://aveiroperoni.com

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